sábado, 31 de agosto de 2013

On holidays


Ayer me pasó algo sorprendente. Tras una larga caminata con mis padres y mis hermanos, llegué a la plaza de un pequeño pueblo asturiano donde hay una iglesia románica. Mientras sacaba de la mochila mi bloc y mis rotus, vino un hombre que comenzó a dar las campanadas, al parecer para convocar a los habitantes del pueblo a una reunión. 

Pero los primeros en aparecer fueron un grupo de niños en bici que, al verme, vinieron directamente hacia mí para interrogarme sobre qué estaba haciendo. Les dije que quería dibujar la iglesia y me preguntaron si era artista, si era capaz de dibujar cualquier cosa y si les enseñaría mi cuaderno. Así lo hice y parece que quedaron sorprendidos con lo que vieron, porque entonces empezaron a pedirme a gritos que les dibujara o que les tatuara en sus brazos todo tipo de animales, objetos y personajes que se les iban ocurriendo. 

Por una hora estuve dibujando tan rápido como me podía, rodeada de 13 niños de diferentes edades que me hicieron sentir que no había una profesión más guay que la de ilustradora. Al final, tuvieron que venir a rescatarme mis padres y mis hermanos, pero al ver la guitarra que ellos llevaban, comenzaron a referirse a nosotros como la Familia de Artistas y ¡acabaron por pedirnos autógrafos a todos!